Con independencia de si eres empresario o trabajas para una empresa, cuando una crisis como la provocada por la pandemia del coronavirus nos golpea tan fuerte, necesitamos valorar las consecuencias, nuestra posición y los riesgos y oportunidades a los que nos enfrentamos.
Ahora ya no hay discusión sobre la envergadura del impacto de esta crisis. Sabemos que es otro “cisne negro” (Taleb, 2007), que nos obliga a adaptarnos a las nuevas condiciones del entorno. Toca trabajar para entender, para conocer y para decidir qué plan de acción vamos a poner en marcha. Creo que con esta segunda crisis mundial del siglo XXI hemos aprendido que vivimos en una montaña rusa extrema, con loops y giros extremos cada vez más frecuentes.
“Si las decisiones más importantes no las toma gente que sufre las consecuencias de sus actos, el mundo es cada vez más vulnerable a un colapso sistémico”. Esto lo decía Nassim N. Taleb en una entrevista publicada en 2019.
Hoy sabemos que nuestra vulnerabilidad es mayor de lo que pensábamos, que estamos más solos de lo que sospechábamos y que tomar decisiones en un contexto cargado de incertidumbre es mucho más difícil de lo que imaginábamos.
Toca pasar a la acción
Superada la primera fase de la crisis, donde todos hemos estado demasiado centrados en gestionar el drama de las cifras, la desinformación y el miedo a enfermar, toca reconocer el cambio de contexto y empezar a tomar decisiones sobre qué hacer ahora y a partir de ahora. El ser humano básicamente fundamenta su proceso de toma de decisiones en las experiencias vividas; pues… ya llevamos dos grandes crisis, así que ya toca asimilar la complejidad del contexto y empezar a llevar a cabo cuantos cambios sean necesarios para vivir mejor. Incluso en los peores momentos, somos capaces de encontrar alternativas y oportunidades para generar valor.Decidir
Decidir NO es permitir que los eventos evolucionen de manera discrecional. Si es así algo ocurrirá, pero no habremos influido en el resultado final. El problema es que cuando estamos inmersos en una crisis tendemos a magnificar los riesgos imaginando los peores augurios. Nos paralizamos y perdemos de vista el problema principal o, lo que es aún peor, no generamos suficientes alternativas.Decidir va de asumir un riesgo razonable y evaluar el impacto de esos riesgos.Lo que es razonable difiere según cada persona, organización o situación. La realidad se reduce a: ¿qué opción tiene las consecuencias más aceptables considerando el contexto y los resultados esperados?
Reflexiona y ponte en marcha
Para generar opciones, te propongo un esquema de trabajo basado en responder a las siguientes preguntas:- ¿Cómo afecta esta crisis a mis clientes? ¿Cambiará su demanda de servicios de manera inminente? ¿Necesitan otras especificaciones a medio/largo plazo?
- ¿Ha perdido valor mi propuesta de productos/servicios? ¿Por qué? ¿Ha desaparecido la necesidad que cubría o sólo se ha modificado? ¿Hay sustitutivos que mejoran su percepción por parte de los clientes?
- ¿Se ha modificado la manera en la que interactúo con mis clientes o cuentas potenciales? ¿Qué cambios debo emprender para hacer llegar mi propuesta de valor con éxito?
- ¿Estoy preparado para acometer los cambios necesarios (conocimientos, herramientas, tecnología, habilidades, posicionamiento, etc.)? ¿Cuento con colaboradores capacitados para adaptarse a tiempo a este nuevo contexto?