cómo aumentar la tolerancia al error

Equivocarse no es tan malo como lo pintamos.

En general, somos increíblemente duros y poco tolerantes con nosotros mismos cuando nos equivocamos y tomamos grandes decisiones en la vida. Equivocarse no es tan malo: hay lecciones que aprender de esas experiencias.

Cuando nos ponemos a recordar decisiones de hace más de un año, solemos encontrar algunas que ahora nos parecen estúpidas. ¿Por qué? Significa que estamos creciendo, en estas situaciones es cuando más tolerantes necesitamos ser con nosotros mismos, machacarse un año después solo generará miedo a equivocarse e impedirá tomar decisiones sean acertadas o no.

Si sólo nos moviésemos dentro de nuestro perímetro de seguridad (zona de confort para algunos ;-), en el que sabemos que no vamos a meter la pata, estaremos frenando nuestro verdadero potencial.Las decisiones que parecen equivocadas en retrospectiva son un indicio de crecimiento, no de autoestima o inteligencia. Y es que cuando sabemos lo suficiente sobre algo como para tomar la mejor decisión a la primera, entonces no hay desafío. También podríamos considerar un desafío la manera en la que nos tratamos a nosotros mismos cuando tomamos una decisión equivocada, la tolerancia se trabaja y al igual que somos tolerantes con el resto debemos ser tolerantes al error con nosotros mismos. La autocompasión es muy importante y saber hablarnos y cuidarnos a nosotros mismos nos hará equivocarnos menos y saber qué decisiones nos hacen bien.

Por lo tanto, como lo más probable es que nuestra primera opción sea errónea, lo mejor que podemos hacer es empezar a aprender a decidir sabiendo que cometeremos errores. Lo cierto es que cuanto antes aprendemos a equivocarnos, antes descubrimos qué es lo correcto y mayor tolerancia al error generaremos.

Niels Bohr, el físico ganador del Premio Nobel, dijo: «Un experto es una persona que ha cometido todos los errores que se pueden cometer en un campo muy limitado”. Así que necesitamos dividir los grandes asuntos en pequeñas áreas para manejar unidades que se puedan dominar.

De esta manera, ganamos confianza para tomar decisiones acertadas en temas en los que ya tenemos cierta experiencia. Para todo lo demás, la única forma de descubrir lo que funciona es adoptar una filosofía de experimentación. Y, por supuesto, el momento de confiar en nuestro instinto es cuando tenemos los conocimientos, la experiencia que lo respaldan y la seguridad de que un error no es el fin del mundo y que nunca dejamos de aprender por muchos años que pasen.

No hay razón para deprimirse o darse por vencido simplemente porque se tomen algunas decisiones equivocadas. Y lo que es aún más importante, hay que esforzarse al máximo cada vez, porque son el esfuerzo, la práctica y la autocompasión los que impulsan el proceso de aprendizaje. Ninguna elección está destinada al fracaso. De hecho, el fracaso ocasional es el coste que pagamos si queremos acertar.

Sabemos que cometer fallos tiene mala fama; así que su tolerancia y buena gestión requiere liderazgo y así lo abordamos en nuestro taller de liderazgo sobre la “Tolerancia al error”.

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