El liderazgo se asienta en numerosos factores: carisma, influencia, personalidad, atractivo, capacidad innovadora o poder. Si embargo, hay un elemento que es común en todos aquellos que tienen éxito liderando equipos y organizaciones: la capacidad de irradiar energía positiva.

Hablamos de personas que asumen el rol de dinamizar las interacciones, responsables de la mayor parte del movimiento hacia adelante y, sobre todo, activadores de los demás. Cultivan el perdón, la compasión, la humildad, la amabilidad, la confianza, la integridad, la honestidad, la generosidad, la gratitud y el reconocimiento. La práctica de estos valores redunda en la prosperidad de los demás.

La energía positiva no puede ser la demostración superficial de una “falsa” positividad como, por ejemplo, fomentar tener pensamientos felices o relativizar las tensiones y presiones muy reales que sufren algunos miembros del equipo. Mas bien se trata de la energía que inspira y conecta a los demás cuando se sienten agotados o superados.

Para una organización disponer de líderes que irradian energía positiva es el mejor antídoto para contrarrestar el pernicioso efecto de los cenizos y ladrones de energía. Además, contribuyen a incrementar el nivel de compromiso de la plantilla y generan un mejor ambiente de trabajo porque se convierten en auténticos generadores de energía relacional positiva. Rara vez nos cansamos de estar rodeados de personas con las que mantenemos relaciones afectuosas, de confianza y de apoyo. La energía física disminuye con el uso: por ejemplo, correr un maratón nos agota y necesitamos tiempo para recuperarnos. Lo mismo ocurre con el uso de la energía mental y emocional. Nos fatigamos y necesitamos descansar. El único tipo de energía que no disminuye, sino que aumenta con el uso, es la energía relacional positiva.

Los beneficios del efecto heliotrópico

El efecto heliotrópico es el fenómeno por el que las plantas se vuelven naturalmente hacia la luz y crecen en presencia de ella. En la naturaleza, la luz es la fuerza que da vida; la fotosíntesis sólo se produce en su presencia. Los seres humanos sienten la misma atracción inherente hacia la energía que da y mantiene la vida. Esta forma de energía es la que recibimos y damos en las relaciones con los demás. Décadas de investigación demuestran que esta energía relacional positiva nos nutre y nos hace revivir.

En las empresas, estos efectos se magnifican a través de la energía relacional positiva de sus líderes, más que casi cualquier otra relación en el trabajo o sistema de incentivo que se implante. Cuando los miembros de una organización obtienen energía positiva, apoyo y estímulo, el absentismo es bajo, la productividad es alta, y la calidad y la seguridad mejoran.

La energía positiva de los líderes es más importante que nunca. La energía relacional positiva es la demostración activa de valores que actúan como un mecanismo de refuerzo energético continuo que, a su vez, produce una abundancia de energía en toda la organización. Las empresas necesitan estos líderes “incandescentes” para recargar, entusiasmar, conectar e inspirar a todos los miembros de la organización: cerca de ellos es agradable y cálido, cuando te alejas sientes más frío.

Arriba