Coronavirus y flexibilidad laboral

El coronavirus ya está en las empresas

El coronavirus supone un reto importante para las empresas desde el punto de vista de sus políticas de comunicación y programas de actuación. Por ejemplo, desde el punto de vista legal hay que hilar muy fino qué información demandamos de nuestros colaboradores sin invadir su privacidad o infringir la legislación vigente. También sobre cómo tratamos los casos de infección sin señalar o discriminar a ninguna persona o qué impacto tiene desde el lado de los costes salariales o coberturas de pólizas de seguros.

La seguridad, lo primero

Dejemos al margen los aspectos legales. La seguridad de nuestros colaboradores debería situarse en el centro de nuestras actuaciones. Para eso tenemos que ser selectivos en la información que manejamos. Siempre fuentes oficiales y públicas que nos aportan guías, recomendaciones e, incluso, políticas de obligado cumplimiento.

La prevención

Informar sobre los síntomas de la infección y su manera de transmisión nos lleva a trasladar una serie de normas de higiene de obligado cumplimiento para limitar su propagación. Todos los colaboradores deben recibir instrucciones precisas sobre cómo actuar respecto a su higiene personal. No basta con disponer de soluciones alcohólicas para lavarse las manos o mascarillas protectoras. Necesitamos que los medios se empleen adecuadamente para que sean eficaces.

Flexibilidad laboral

Algunas empresas se están viendo obligadas a enviar a sus empleados a trabajar desde casa. Otras han prohibido las reuniones, también están limitando los viajes. En mi opinión, cualquier decisión que tomemos al respecto debería ser analizada no sólo desde el punto de vista legal sino de continuidad de negocio. Es decir, diseñar un plan de actuación conectado con nuestra estrategia, mercado, clientes, agentes sociales, etc.

La marcha atrás de algunas de estas medidas especiales que se están adoptando ahora puede ser muy difícil. Definir en detalle quiénes pueden trabajar desde su casa y bajo qué supuestos es tan importante como detallar quién debe guardar cuarentena y en qué condiciones. Las reglas del juego deben ser claras y conocidas por toda la plantilla para evitar situaciones de inequidad o discriminación.

Por otro lado, no hay que perder de vista la responsabilidad contraída con terceros: clientes, temporales, proveedores, etc. Estas consideraciones van más allá del mero respeto al marco regulatorio.

Incertidumbre

La idea de enviar a la mayoría de los colaboradores a sus casas a trabajar preocupa tanto a las empresas como a los trabajadores. Lógicamente, este nuevo enfoque de gestión genera incertidumbre respecto a su impacto en la eficiencia y productividad de las organizaciones. ¿Por qué?

  • Los equipos se encuentran en un escenario de trabajo diferente

Pasan de estar co-ubicados en un mismo edificio a estar distribuidos geográficamente. El modelo de relaciones cambia drásticamente. Si no disponemos de un buen mapa de roles, responsabilidades y objetivos, donde cada persona conoce con precisión qué resultados se esperan de cada uno y cómo van a ser evaluados, los problemas de comunicación y los conflictos inundarán la organización.

  • La soledad puede llevar a la desconexión e impactar en la productividad y compromiso de nuestros colaboradores

Los mánager tienen que aprender a gestionar sus equipos de manera virtual. Supervisar su progreso hacia la consecución de los objetivos. Las interacciones personales ganan peso y relevancia, más que nunca. Por eso es recomendable planificar contactos periódicos, relacionados o no con el trabajo. La ausencia de interacciones puede elevar el nivel de estrés de algunos mánager y hacer que se vuelvan controladores en exceso. El mejor remedio es programar reuniones virtuales periódicas, individuales y en grupo, con una agenda clara y muy orientada a resolver problemas desde la escucha activa.

 

  • Humaniza la comunicación; hazlo más personal

Los que han supervisado equipos en diferentes países saben lo importante que es agendarse llamadas individuales con los colaboradores directos para hablar de asuntos personales. Pequeñas charlas que tendríamos en la máquina de café si estuviésemos en la misma oficina. La complicidad la desarrollamos con más facilidad si nos vemos y tratamos a diario. El empleo del e-mail debe ser comedido. Los debates, mejor por teléfono. Los conflictos, cara a cara en vídeo conferencia. Las emociones no podemos obviarlas ni limitarlas al uso de los emoticonos. Y, aprende a ser tolerante con un nuevo entorno de trabajo donde en medio de una conversación se colará un ladrido de perro, un llanto de un bebé, etc.

El reto de no perder nuestra esencia

Me cuesta creer que muchos de los comportamientos que estamos modificando como consecuencia de esta pandemia permanezcan en el futuro. Los humanos hemos padecido numerosas enfermedades que podían haber eliminado a la especie de la faz de la tierra: la peste negra se llevo a más de 75 millones de personas en la Edad Media, la gripe española arrasó el mundo con más de 100 millones de fallecidos, el sarampión se cobró alrededor de 200 millones de víctimas, por no hablar de la viruela que solamente sobrevivían el 30% de los afectados en siglo XVIII.

Lo importante: las personas

Las relaciones humanas son imprescindibles para comprender el éxito pasado y presente de todas las empresas. La creatividad, la capacidad para solucionar problemas, para compartir experiencias, para aprender, para desarrollar una cultura de prosperidad, para crecer personal y profesionalmente, dependen de las interacciones personales. Las relaciones humanas no se pueden virtualizar por completo de repente sin alterar el resultado final.

Necesitamos generar un buen ambiente de trabajo donde la comunicación eficaz genera entendimiento y conexión, así como relaciones satisfactorias que nos ayudan a alcanzar la realización y felicidad como personas.

El miedo altera nuestra percepción de la realidad. Hay temores razonables y algunos irracionales. Las personas experimentan un mayor miedo frente a las situaciones sobre las que tienen menos control, aunque no sean realmente peligrosas. ¿Estamos gestionando esta crisis con prudencia, coherencia y verdadera orientación a resolver el problema? ¿De verdad vamos a dejar de abrazarnos, besarnos o saludarnos por culpa del coronavirus?

No olvidemos que la diferencia entre tener un “apuro” y sentirse completamente aterrorizado viene determinada por el contexto y la sensación de control que tenemos sobre la situación. ¿Hay control?

El miedo no puede hacer que pongamos las relaciones personales en cuarentena.

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