Fiestas de empresa; no, gracias 😉

La tradición nos empuja a celebrar cenas y fiestas de empresa para animar a la plantilla a interactuar en otro contexto, reconocer sus logros, recompensar esfuerzos extra o recordarles que “todos somos parte de la misma familia”. Pero ¿realmente estos eventos obtienen los resultados esperados?
La teoría nos dice que, si conocemos mejor a nuestros compañeros, sobre todo a los que menos tratamos, aprenderemos maneras diferentes de trabajar e, incluso, apreciaremos más su aportación. Pero, en general, nos cuesta mezclarnos y relacionarnos con personas que no tratamos habitualmente. Estas fiestas de empresa se entienden como eventos para fomentar la integración entre los diferentes miembros de la plantilla. La gente no elige participar; simplemente acude porque es lo que se espera. Una vez allí, se agrupan por afinidad y cercanía para pasar el rato lo mejor posible. Y, encima, no todos asimilan el alcohol de igual manera y, a menudo, nos enfrentamos a escenas ridículas de personas desinhibidas que se empeñan en hacer el ridículo. Por eso no puedo evitar reeditar un viejo consejo de uno de mis primeros jefes: ¿Qué es lo principal que debes hacer la noche de la cena de empresa? Llevar zapatos cómodos. ¿Por qué? Porque te resultará más sencillo salir huyendo.
Puede que las fiestas de empresa de Navidad no sean el lugar más propicio para fomentar el compromiso de los empleados, su integración o el trabajo en equipo, pero si emiten una señal muy importante sobre la situación de la empresa: el negocio va bien. El mero anuncio de la celebración supone un mensaje positivo: “vamos bien”.
En el terreno particular, nos reunimos con nuestros amigos y familiares simplemente para disfrutar de nuestra compañía y divertirnos; sin necesidad de establecer un objetivo más ambicioso. Lamentablemente las empresas acostumbran a instrumentalizar cada evento que sufragan.
Un deseo para esta Navidad
Este año pedimos más altruismo por parte de todos y menos juicios de valor sobre los demás. Ojalá la generosidad sea más contagiosa. Ojalá las empresas apuesten por una gestión basada en la coherencia, la ética y la transparencia. Ojalá los líderes reconozcan que el principal activo de su empresa son las personas que componen la plantilla.
¡FELIZ NAVIDAD!
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